Capítulo Cinco
Al enterarse de que Alba estaba pensando en darle una
segunda oportunidad a Álvaro, todos sonrieron y contestaron lo mismo: ‘Se veía
venir, estás tan enamorada que sabía que en cuanto volviera a intentar
conquistarte tú ibas a caer’.
Y la chica se enfadaba porque todo el mundo pensara eso,
parecía que no habían creído sus palabras antes de que hubieran quedado en
varias ocasiones, pero con el tiempo se dio cuenta que ellos tenían razón, que
de la noche a la mañana su pensamiento hacia él volvía a cambiar, pero era
feliz y eso era lo que importaba.
Solamente quería recuperarlo y olvidarse de esos últimos
meses de discusiones.
Terminó de preparar su pequeña maleta, se terminó de
arreglar y tras despedirse de su madre salió rápidamente hacia el coche de
Álvaro para comenzar su viaje a una casa rural.
Las cuatro horas en el coche no fueron eternas pues se
entretenían cantando las canciones que el CD reproducía, recordando alguna
historia graciosa o pensando lo bien que lo iban a pasar en aquel pueblecito.
La casa que habían alquilado por un fin de semana tenía
solamente un piso, parecía pequeña pero nada más entrar se equivocaron.
¡Tenía 6 habitaciones y un jardín con piscina!
-¡Wow, me encanta!-Sonrió la chica.
-A mí también.-Le devolvió la sonrisa.- ¿Qué tal si llevamos
las maletas al dormitorio, nos ponemos el bañador y vamos a la piscina?
-Me parece genial.
Pero Álvaro se entristeció al ver que no iban a dormir
juntos, aunque pensó que era justo.
Alba decidió dormir en una habitación distinta a la de él,
pues no quería que al ir deprisa metiera la pata, y aunque deseaba volver a
dormir con él, sabía que era lo correcto.
-Venga, métete de una vez.-Gritó Álvaro en medio de la
piscina.
-¡Es que está helada!
-Vamos, no seas quejica. ¡Cuánto menos lo pienses mejor!
Alba intentó meter un pie en el agua, pero en seguida lo
sacó.
Entonces el chico se acercó hasta la orilla, salió y cogió a
su ex como un saco de patatas antes de meterse otra vez en el agua.
Los gritos de Alba no tardaron en llegar, acompañados de
patadas y puñetazos que no hacían nada de daño a Álvaro.
-¿Ves? No pasa nada.-Sonrió soltándola ya en el agua.
-¡Está…Helada!
-Te acostumbras al rato, muévete y entrarás en calor.
Resopló e hizo caso a su compañero de viaje sintiéndose cada
vez mejor.
Echaron alguna que otra carrera, jugaron a salpicarse e
incluso jugaron a ser sirenas.
-Ahora tú eres una sirena y yo soy un tiburón que te quiere
comer.
La chica se sonrojó al pensar en un doble sentido, pero rió
y aceptó el juego.
Comenzó a bucear, perseguida por el malvado tiburón que no
tardó mucho en alcanzarla.
Los dos sacaron sus cabezas para poder respirar y se
quedaron en silencio mirándose a los ojos, cada vez estaban más cerca, ambos
felices y con ganas de besarse.
No tardaron mucho más en que sus labios se juntaran, y como
si hubieran estado años sin hacerlo, se besaron.
Alba en seguida notó como el chico se había excitado, y a
pesar de que ella también tenía ganas se separó, salió del agua y corrió hacia
el interior de la casa.
Álvaro la siguió y llamó a la puerta sin parar de repetir su
nombre, pero ella no le hacía caso.
-Por favor.
La puerta seguía sin abrirse, sin decir nada más se sentó
contra la puerta a esperar a que saliera en algún momento.
(***)
Después de una hora la chica decidió salir de su cuarto y se
llevó una gran sorpresa cuando se encontró a Álvaro dormido en su puerta.
Eso la enterneció tanto que no quiso despertarlo, pero
también quería pedirle disculpas por su reacción así que se agachó y le hizo
cosquillas en la nariz con su pelo.
-¡Aaah!-Se asustó el chico.
-Perdón.-Rió la chica.-Pero quería hablar contigo.
-No pasa nada.-Sonrió al ver el humor de Alba.
Los dos entraron en la habitación de ella, se sentaron en la
cama y el chico esperó a que comenzara a hablar.
-Lo siento por huir antes así y no… haberte abierto hasta
ahora, pero estoy… muy asustada.-Confesó.-Porque… te amo… y quiero arreglarlo
pero también… quiero ir despacio para que no salga nada mal, no quiero perder
el tiempo sufriendo.
-Alba, te amo y lo menos que quiero es hacerte sufrir, sé
que ya lo he hecho y por eso quiero corregir mi actitud, quiero que me des una
oportunidad para demostrarte que te quiero en mi vida y que no te volveré a
hacer daño, al menos no a propósito.
-Ambos queríamos besarnos, pero creo que lo mejor es no…
hacerlo, hasta que de verdad vea que las cosas funcionan.
-Me…Parece bien.
Los dos sonrieron y se abrazaron.
-Gracias por comprenderlo.
-No me las des, solo quiero que te sientas cómoda y si me
tengo que esperar más tiempo lo haré, por ti esperaré lo que haga falta.
Una sonrisa como respuesta.
-¿Vamos a comer? ¡Tengo hambre!
-Sí, vamos.
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