Capítulo III
Resopló.
-Desde hace un año casi…Estábamos tomando un café en
mi casa cuando de repente su expresión cambió, yo me asusté y le dije que si le
pasaba algo, pero ella en vez de contestar cogió su bolso y se marchó sin
despedirse si quiera.
>>Yo me asusté mucho pues mi madre sufría de lo
mismo, así que la seguí, ella andaba rápido cuando de repente se cayó al suelo.
Rápidamente llamé a una ambulancia y la trajeron aquí, te quise llamar pero
cuando abrió los ojos me dijo que no lo hiciera, que solo había sido un pequeño
susto.
-¿Y desde entonces le ha pasado muchas veces?-Dije con
la cara pálida.
-Muchas no, pero sí en otra ocasión.
-¿Y por qué
tampoco me avisó?
-Yo la insistía pero no me dejaba, sin embargo le dije
que como volviera a pasarle te avisaría y eso hice.
-Gracias supongo…
-Irá todo bien.
Asentí intranquila y continuamos el camino hacia la
habitación.
Poco después Kim abrió los ojos y sonrió al verme allí
aunque se puso seria al ver lo enfadada que estaba con ella.
Supuso que lo había descubierto e intentó disculparse
pero hasta después de unos minutos mi enfado no se había marchado.
Sin embargo pensé en que no merecía la pena estar así
con ella y mucho menos cuando temía que solo le quedara poco tiempo de vida, a
pesar de que todos me decían lo mismo, que iba a salir todo bien y que era muy
fuerte.
Yo asentía intentando convencerme de que ellos tenían
razón.
Y la tuvieron, puesto que dos días después ya
estábamos en su casa.
La fecha de vuelta a León era incierta pues quería
aprovechar los días libres que me quedaban para estar con ella, sin embargo
Dave tuvo que volver al trabajo y su ausencia la notaba ya que necesitaba sus
ánimos…
Aunque Kim parecía estar cada vez mejor, yo no paraba
de pensar que en cualquier momento podría volver a tener otro infarto.
Ella intentaba seguir las recomendaciones que su
médico le daba pero alguna que otra no conseguía, como por ejemplo salir a
tomar el aire de vez en cuando, porque decía que como mejor estaba era tumbada
en el sofá viendo la televisión.
Yo no quería abandonarla en ningún momento pero tantas
horas encerradas en casa me estaban agobiando así que decidí salir a dar un
paseo a la manzana, pequeño pero suficiente.
Así que cogí mi bolso y comencé a andar.
Sin embargo me arrepentí más tarde de haber salido
pues esos ojos azules que tanto me hipnotizaron en el pasado, volvieron a
mirarme de nuevo.
-Ariel…
-Byron…
Nos quedamos en un silencio incómodo.
Habían pasado cinco años desde que me alejé de él y no
sabía que hacer al tenerlo de frente.
-¿Qué tal estás?-Se atrevió a preguntar.
-Bien, ¿y tú?
-Bien también.
Los dos medio sonreímos por unos segundos.
-Hacía mucho que no te veía por aquí.
-Sí, es que ya no vivo aquí…Solo que he venido a pasar
unos días.
-Pues espero que los disfrutes.
-Sí…
Otra vez en silencio.
-Bueno tengo que seguir mi camino si me disculpas…
-Oh claro, y yo… Me alegro de volver a verte.
-Lo mismo digo.
Ambos nos pusimos nerviosos sin saber si darnos dos
besos, abrazarnos o… no hacer nada.
Me despedí con un movimiento de mano y continué mi
camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario