Capítulo I
Era un día caluroso y alegre a pesar de estar en
otoño; llevaba una camiseta de tirantes en color rosa con letras formando dos
palabras “Ibiza Beach” alrededor de una palmera blanca y unas mallas negras.
Me encontraba leyendo “Antes de ti” de Jojo Moyes en
mi balcón a la luz del sol, cuando Dave me pasó mi móvil pues tenía una llamada
de Kim.
-Hola tía, ¿qué tal?-Saludé con una gran sonrisa.
Sin embargo mi cara palideció al escuchar que no era
mi tía, sino una médica del hospital donde estaba ingresada Kim tras un
infarto.
Dave al percatarse de cómo mi expresión cambió
preguntó preocupado qué es lo que pasaba, aunque hasta que no colgué no se
enteró de la noticia.
En seguida hicimos una pequeña maleta y cogimos el
primer avión hacia nuestra antigua ciudad.
Iba demasiado nerviosa a pesar de haber llorado con
Dave, y que él, me abrazara fuerte me había aliviado un poco.
En cuanto pisé el hospital pregunté en que habitación
se encontraba, subí corriendo hasta la 2ª planta pero el médico no me dejaba
pasar a verla todavía.
Me puse como loca gritando que me parecía injusto y
que iba a entrar en ese momento con o sin su permiso.
Sin embargo, Dave me paró antes de tiempo y el médico
avisó a los guardias que no hacía falta que vinieran ya.
Me pasé un buen rato llorando en la sala de espera,
pero gracias a la compañía de mi mejor amigo pude tener la suficiente paciencia
para aguantar otro poco más sin ver a mi tía, mi único familiar.
-¿Familia de Kim Cooper?-Preguntó una enfermera.
Rápidamente me levanté y fui hacia la habitación.
Cuando entré la vi allí con los ojos cerrados, con
miles de cables y tubos por todos lados, y me asusté más que nunca.
La abracé con todas mis fuerzas intentando contener
las lágrimas pero me era imposible.
-Está en estado estable aunque ha sufrido un grave
infarto, deberá permanecer unos días ingresada y valoraremos como continúa.
>>Ahora está descansando y hasta dentro de unas
horas no creo que despierte, hasta entonces no hace falta que esté yo cerca
pero sí vendrán mis compañeras para comprobar que todo va bien, si despierta u
oye un pitido continuo llámenos.
Asentí con la cabeza y Dave le dio las gracias de mi
parte.
La enfermera abandonó la habitación y nosotros nos
quedamos observándola.
-Va a salir todo bien, tu tía es muy fuerte, ya
verás.-Me intentaba consolar mi amigo.
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