Capítulo XIII
La mañana
pasa tranquila, los niños se dedican a jugar entre ellos y con sus juguetes,
mientras yo los observo y cuido de ellos.
Al
mediodía después de que los niños coman les echo a dormir la siesta, y mientras
aprovecho para comer.
Justo
cuando voy a empezar a dar un bocado el timbre suena.
Me quedo
extrañada pero voy a abrir.
-¿No
tienes llaves o qué?
-Sí, pero
están en la mochila y tardaba menos llamando.-Byron luce una sonrisa de
superioridad.
-Si lo sé,
no te abro.
-Pues
haber mirado por la mirilla así habrías sabido que era yo y no estarías ahora
quejándote.-Se encoge de hombros, entra y me da un beso en la mejilla antes de
desaparecer.
<<
¿Qué ha sido eso? ¿Quién es para darme un beso en la mejilla así sin más?
¡Aaaaggg! Me frustra>>.
Vuelvo a
la cocina y me encuentro a Byron sentado en mi sitio y mirando fijamente mi
comida.
-¡Está
deliciosa!
-¡Deja mi
comida ahora mismo!
-¿O si no qué?
-¿O si no qué?
-O si no…
Se lo diré a tus padres.
- I si ni
si li diri i tis pidris.-Me replica.
-¡Eres un
idiota, no te aguanto!-Desaparezco de la cocina dando un portazo y me voy al
baño.
Me
encierro y sin darme cuenta comienzo a llorar.
<<
¿Por qué todo esto me tiene que pasar a mí? ¿Y por qué no puedo ser fuerte y no
llorar?>>
Toc, toc.
No
contesto e intento tranquilizarme, pero no puedo dejar de sollozar.
-¿Ariel?
¿Estás bien?-Pregunta el chico.
-¡Déjame
en paz!
-Ariel, no
te puedo dejar así…-Suspira.-Lo siento, ábreme la puerta por favor.
-¡No!
-Ariel…
Soy un idiota, perdón.
Resoplo,
me levanto y tras secarme las lágrimas abro la puerta y dejo que pase.
Él sin
decir nada me abraza.
No me
gusta que me esté abrazando, pero la verdad que es lo único que necesito…
-Ariel,
perdona, no pensé que te ibas a poner así, o sea sé que te iba a molestar, pero
no tanto…
-Ah, o sea
que quieres molestarme… ¡Qué bien todo!
-Me gusta
picarte.-Confiesa.-Pero porque… no sé, me pareces más guapa aún cuando te
enfadas.-Sonríe.
Me quedo
en silencio.
-Gracias
por pedirme perdón.-Termino diciendo.-Solo que… bueno, déjalo.
-No,
Ariel, no voy a dejarlo, te he hecho llorar y… lo menos que puedo hacer es
pedirte perdón y consolarte.-Me sonríe y me da un beso en la mejilla.-No sé tus
motivos para que nos trates tan mal a los chicos, sobre todo a mí, y no quiero
saberlo si no estás dispuesta a contarlo, pero déjame decirte que no todos
somos idiotas, igual en algún momento sí, pero yo no quiero hacerte daño,
solamente quiero llevarme bien contigo aunque no lleguemos a ser amigos,
solamente por mi familia.
Lo miro
sin decir ni una palabra.
-Me
gustaría empezar de nuevo contigo, ¿aceptas tratarme mejor?
-Solamente
por tu familia, pero no pienses que puedes hacer lo que quieras por esto, no
soy tu amiga y no tengo por qué contarte mi vida.
-Está
bien, ¿algo más?
-Sí, no me
sigas.
-Acepto.-Me
ofrece su mano.
Se la
estrecho y desaparezco del baño.