sábado, 18 de abril de 2020

EL SECRETO DE MI JARDÍN VIII

Parecía que el tiempo se había detenido, que todo el universo se había paralizado.
Ahí estábamos los dos mirándonos el uno al otro, él serio viendo mis ojos verdes y pequeños y yo nerviosa viendo sus tiernos labios y a la vez también a sus ojos marrones.
Me iba a besar, eso estaba claro y yo... me moría de ganas de que lo hiciera.
Pero cuando cerré los ojos e intenté acortar algo más "la distancia" entre los dos no sentí sus labios contra los míos.
Solo sentí como él se empezaba a reír.
Y eso me molestó y mucho.
Abrí los ojos de golpe, lo fulminé con la mirada y me marché de allí dejándolo perplejo.
-Lana, espera.-Dijo persiguiéndome por toda la casa.
No contesté y seguí caminando.
Justo cuando iba a subir el primer escalón me alcanzó, me cogió como un saco de patatas y me llevó al jardín.
-¡Bájame!-Gritaba una y otra vez.
-Está bien, te bajaré con una condición.
-¿Cuál?
-Que me expliques porque te has enfadado.
-¡NI LOCA!
-Vale, pues ahí te quedas.-Rió mientras me paseaba.
-¡Bájame!
-Pues dímelo.
-Primero bájame.
-¿Me lo vas a decir?
-Sí.
Por fin mis pies volvieron a tocar el suelo, cuando me recuperé del pequeño mareo comencé a correr por todo el jardín.
Connor en seguida me alcanzó, me atrapó entre sus brazos y esta vez me tiró al suelo colocándose encima de mí y agarrándome de los brazos para que no me pudiera escapar.
-¿Quieres jugar? Pues juguemos.-Dijo riendo maléficamente.
Me agarró con una mano solo y con la otra empezó a hacerme cosquillas.
Yo empecé a reír sin parar aunque intentaba parecer enfadada no podía evitarlo.
-¿Sigues enfadada?
-Sí.
Después de un rato volvió a preguntármelo obteniendo la misma respuesta.
-¡Guerra de cosquillaaaas!-Exclamó Hera apareciendo en la puerta del jardín.
-¡Quillas, quillas!-Dijo Axel.
Ambos corrieron hasta donde estábamos y entre los tres no me dejaban escapar.
Pero tuvieron que pagar porque yo comenzaba a ponerme roja y ahogarme.
Los niños seguían y fue Connor quien les convenció para que me dejaran respirar.
Y así fue como empezamos los cuatro a hacernos cosquillas los unos a los otros.
Después de un rato les dije a los niños que fueran a jugar a otra cosa pues el chico debía seguir trabajando.
Nos dejaron a solas rechistando un poco.
-¿Quieres agua?
-Sí, por fa.
Asentí y fui a la cocina a por ello y se lo llevé de nuevo.
-Gracias.-Me sonrió.
-De nada.-Le devolví la sonrisa.
-¿Por qué te habías enfadado?
-No me enfadé.
-Pero si lo reconociste antes, ¿qué te hice?
-Nada...una tontería que pensé.
-¿Tontería? ¿No sería que...?-Se sonrojó.-¿Querías...besarme?
Lo miré ruborizándome también y negué con la cabeza.
-¿Entonces?
-No sé, es...ya te dije una tontería, no te preocupes.
-Quiero saberlo, sé sincera, por favor.
-Está bien, sí, pensé que me ibas a besar y... sin embargo te empezaste a reír y me molestó.
-Perdón, no quería...pareció lo que no era.-Se rascó la nuca.-Estaba nervioso...y me reí, pero...sin querer. Me pasa muchas veces, es una de mis rarezas.
-¿Nervioso? ¿Por qué?
-Porque quería besarte, pero pensé que la iba a fastidiar, que me darías un manotazo o algo y...
-Pues no la ibas a fastidiar, yo no te pegaría.
-¿Y a Blake sí?
-¿Blake?-Me quedé perpleja al escuchar su nombre.-¿Te lo ha contado? ¡Me va a oír el maldito gilipo****!
-¡Ey, tranquila!-Me cogió del brazo para detenerme.
-¿Y tú desde cuándo te llevas con él? ¿Os habéis hecho muy amigos el otro día que ya te cuenta todo? ¿A caso te ha contado lo que hizo él?
-No, él no me lo ha dicho.
-¿Entonces quién?
-Nadie... se lo escuché decir a Vega mientras hablaba con Roy, yo vivo con él y ella parecía muy nerviosa ayer por su hermano, y antes ella le llamó y le contó qué es lo que pasó al final.
-Ah, genial. ¡Menuda amiga tengo que va contando mis cosas!
-Ella no se lo quiso contar, pero Roy le insistió y... Pensaba que nadie más lo sabría sin embargo en ese momento estaba yo escuchando... No se lo digas, no le digas nada y mucho menos te enfades, por favor.
-¡Veré yo lo que hago con mi vida! ¡No eres quién para mandarme!
-Lana...
-Ni Lana ni leches.-Dije alejándome de allí.
Esta vez él no me persiguió y se lo agradecí.
Estaba hecha una furia y lo que necesitaba era estar sola, pero no podía pues tenía que vigilar a mis hermanos, así que fingí una sonrisa y me puse a jugar con ellos.
-¿Qué te pasa tata?-Preguntó la rubia.-¿Tengo que pegar a Connor?-Frunció el ceño.
-No, no se pega a nadie.
-¿Y por qué estás enfadada?
-No lo estoy.
-Sí estás roja.-Dijo Axel mencionando al monstruo de los colores.
Reí un poco.
-Tranquilos pequeños, seguid jugando que ahora vuelvo, ¿vale?
Ellos asintieron y me dejaron ir tras darme un achuchón.
-Gracias.-Les sonreí y me fui al baño.
Me cerré y comencé a llorar.
¿Por qué últimamente todo me salía tan mal? ¿Por qué todo el mundo parecía ir en contra mía? ¿Por qué me enfadaba tan fácilmente? 
Saqué mi móvil y me di cuenta que me quedaba poco para que la menstruación llegara, esa era una respuesta, pero sabía que había algo más...
Sabía que en el fondo el recuerdo de mi padre y de Adam era lo que me estaba afectando.
Quería ser feliz, seguir mi vida pero no avanzaba por más que lo intentara.
Suspiré e intenté controlar mis lágrimas.
Justo en ese momento me llegó un Whatsapp de un número desconocido.
Lo abrí y me sorprendí mucho, pero me sacó una sonrisa.
Hola Lana, no sé como empezar...ni siquiera sé que escribirte, solo sé que tenía la necesidad de hablar contigo, de saber qué tal te va todo. Ya leí el mensaje del grupo, y entiendo que te hayas salido, yo tarde o temprano lo haré. Se os echa muchísimo de menos la verdad...y eso que yo casi no tenía relación con ninguna, solo contigo y sin embargo el hecho de no vernos nos ha distanciado...Entiendo, tú tienes tus cosas y yo las mías, y el hecho de que terminasemos el curso hizo que nuestra pequeña ¿amistad? también, pero quiero que sepas que si en algún momento necesitas algo cuenta conmigo. Un saludo de tu compi Eliot.
Eliot fue un compañero del grado de educación infantil.
Cuando llegó, después de unas cuantas semanas, la mayoría de chicas se le acercaban por interés, luego le dejaron un poco solo hasta que Vega y yo le aceptamos en nuestra pandilla, el resto de compañeras del grupo, Ariel y Rosie, también le aceptaron pero no llegaron a tener ese feeling.
Eliot se convirtió en un buen amigo, pero mi temperamento y el no vernos hizo que nos fuéramos alejando poco a poco.
Y el hecho de que me hubiera escrito, después de tanto tiempo, me hizo mucha ilusión.
Justo apareció cuando más lo necesitaba.

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