lunes, 13 de julio de 2020

EL SECRETO DE MI JARDÍN XIX

La fiesta terminó entre las 19.30-20.45 cuando el último invitado había abandonado la casa de los Scott.
Ya solo quedábamos la familia Wilson y mi familia, obviamente contamos también a la de los Scott.
Decidimos hacer una pequeña barbacoa para terminar de celebrar el cumpleaños de mi amiga, aunque los jóvenes todavía aún seguiríamos la fiesta yéndonos a discotecas.
Cuando terminamos de cenar cada uno volvió a su casa para darse una ducha y prepararse, excepto yo que me quedé junto a Vega tras tanto insistir.
¡No me dejaba ni a sol ni a sombra! Al igual que sucedió en mi cumpleaños.
-Oye...¿Cómo es que se llevan tan bien Gus y Viviana?-Me preguntó la morena mientras se quitaba su vestido y se ponía algo más cómodo.
-¿También te has dado cuenta? Joel y yo lo estuvimos hablando antes, pero no entendemos la situación.
-¿No estarán liados no?
-¿Qué?-Abrí los ojos como platos.-Eso es imposible.
-¿Por qué?
-Porque mi madre aún no ha superado lo de mi padre...
-¿Y si...?-Empezó a decir pero se quedó callada de repente.
-¿Y si qué?
-Nada, olvídalo.
-Ahora me lo dices.-La miré de manera acusatoria.
-Es una tontería.
-Me da igual, dímelo.
Justo en ese momento llamaron a la puerta de su habitación.
Ashley apareció con una gran sonrisa.
-Cariño, tu querido novio ya ha llegado.
-¡Ahora bajo!
Volvimos a estar solas e intenté averiguar lo que había pasado por su cabeza minutos antes, pero no había manera de sonsacarle la información.
Ella insistía en que me diera prisa pues no tardarían en llegar los demás.
Suspiré y mientras mi amiga se iba a ver a su novio me cambié el mono por unos vaqueros y un top de brillantes que me había prestado Vega.
Ella se había vestido con una falda de tubo negra y una blusa de leopardo.
Salí en busca de mis amigos y me los encontré enrollándose en el sofá.
Negué con la cabeza y decidí ir al servicio mientras.
¡No quería estar de sujetavelas!
Cuando volví al salón Connor ya había llegado.
-Hola de nuevo, Lana.-Me sonrió.
-Hola Connor.-Le devolví la sonrisa.
Nos quedamos mirándonos hasta que el timbre sonó y mi amiga fue a abrir.
Blake, Joel y Miranda también estaban listos así que nos despedimos de los padres de Vega y fuimos hacia los coches.
Como eramos muchos nos dividimos en Roy, Vega, Connor y yo que montamos en el coche del primero y el resto montaron en el de Miranda.
Llegamos a la discoteca en la que estuvimos la otra vez, pedimos cervezas para todos y empezamos a bailar, bueno más bien solo las chicas pues ya sabéis...estos chicos eran demasiado sosos.
(***)
-Vega, mi amor, lo siento pero ya estoy muerta...creo que me voy a ir a casa ya.
-¡Nooo! Por favor...un poquito más...-Me puso pucheros.
Negué con la cabeza y ella dejó de insistir pues sabía que me podía llegar a enfadar con ella si lo hacía.
-¿Cómo vas a volver a casa?
-Cogeré un taxi.
-¿Qué pasa?-Me preguntó Connor al oído.
-Me voy ya.
-¿Sola?
-Sí, cogeré un taxi.
-Te acompaño entonces, yo también me quiero ir.
-No hace falta.
-Sí hace falta.-Me sonrió.
Terminé aceptando así que nos despedimos de todos y vi como Miranda se nos quedaba mirando.
<<¿Qué la pasaba conmigo? Si luego era bien maja cuando estábamos a solas...>>
Salimos del local y el jardinero llamó a un taxi.
-Tardará diez minutos o así me han dicho.
Asentí con la cabeza.
Nos quedamos en silencio, bueno, mejor dicho se oía solo el bullicio de los grupos que estaban a fuera hablando, fumando y riendo.
-¿Qué tal te lo has pasado?
-Muy bien, ¿y tú?
-Muy bien también.
-Me alegro.
-Y yo.-Me sonrió.
-Gracias por querer acompañarme.
-Gracias las que tú tienes.-Me guiñó un ojo.
Reí.
-Sois muy buenos.-Admití con las mejillas rojas.
-¿Quiénes?
-Tú y tu banda.
-Gracias.-No dejaba de sonreír.-¿Te gusta el rock?
-Bueno...no es que me encante, pero para un rato sí.
Él rió.
-Hacía mucho que no tocábamos con público.
-Ya, ya me lo dijo Roy que vuestros compañeros andan ajetreados.
-Sí, Laia y Max son esposos y tienen un hijo del que cuidar, a parte de que con sus trabajos apenas tienen tiempo...
-¡Vaya!-Me sorprendí.-¿Cuántos años tiene su hijo?
-Tiene 8 meses y llevan casados un año, fue inesperado.
-Pero...son muy jóvenes, ¿no?
-Sí, pero son muy felices y se nota que están muy enamorados.
-Ya, bueno.
-Aunque yo estuviera enamorado de una persona no me casaría tan pronto...querría disfrutar primero, pero nunca digas nunca.
-Eso es verdad.
Hablamos un rato más sobre la banda hasta que el taxi apareció.
Connor abrió la puerta y me dejó pasar tal y como el caballero que parecía ser.
Le di las gracias con una sonrisa y dije mi dirección al conductor.
Veinte minutos después llegamos a mi casa.
-Gracias de nuevo.
-No hay de que, ya te lo he dicho.-Me sonrió.
-Sí hay de qué, hay que ser agradecidos.
-En ese caso gracias a ti.
-¿Por qué?
-Por ser tan increíble.
Me ruboricé al instante e intenté esconderme entre mi pelo.
-¡No te escondas!-Dijo apartándome el pelo y levantando mi cara.-Eres preciosa.
Sentí más calor aún.
-Gr...gracias...
Nuestros ojos se conectaron y en silencio me perdí en su mirada.
Me moría por probar sus labios y parecía que él tenía el mismo pensamiento pues empezaba a acercarse a mí mientras llevaba sus manos a mi cintura.
Sentí cosquillitas recorrer mi cuerpo ante su contacto y sin dejar de perderme en el café de sus ojos me iba acercando.
Después cerramos los ojos y por fin sentí sus labios contra los míos.
¡Me estaba besando! ¡El chico que me empezaba a gustar me estaba besando!
Quise disfrutar del beso que duró ¿un minuto? ¿dos? ¿más?
No lo sé, pero me encantaba sentir como nuestras lenguas jugaban juntas.
Me quedaba ya sin aire por lo que me separé y nos miramos de nuevo a los ojos mientras sonreíamos como bobos.
-¡Wow!-Exclamé en un hilo de voz.
-Ha sido alucinante.
Asentí.
-Me moría de ganas por besarte.-Me confesó con una sonrisa más grande aún.
-Yo...también.-Admití roja como un tomate.
-Pero si me dijiste que...
-Lo sé...olvídalo.
-¿Quieres que olvide nuestro beso?-Abrió los ojos.
-¡NOO! Me refiero a lo que te dije.
-Ah,¡qué susto!-Rió.
-¿Sabes? Sufrí mucho cuando...
-Shh.-Me interrumpió.-No estropees el momento.-Me acarició la cara antes de volverme a besar.
Continuamos besándonos durante unos minutos más hasta que vi la hora y decidí irme a casa.
-Buenas noches princesa.-Me sonrió.-Que descanses y sueñes conmigo.
-Buenas noches jardinero.-Reí.-Tú también.
Él no se fue hasta que se aseguró de que estaba sana y salva en casa.
Feliz me fui a mi dormitorio donde intenté dormir, pero no podía evitar pensar en todo lo que acababa de suceder.
¡Había besado a mi jardinero! 
No me lo podía creer aún.

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