-¿Qué te parece si vemos una película?-Sugirió el chico.
-Me gustaría, pero ya es muy tarde y estoy agotada.
-Tienes razón.-Rió.-Pues voy a ponerme el pijama y dormimos.
Asentí con la cabeza y me puse cómoda en la cama.
Nada más echarme me quedé frita sin enterarme de cuando Blake entró con una camiseta suya para que me la pusiera de pijama.
***
Al día siguiente, mejor dicho 5 horas después, un olor a café me despertó.
Bostecé mientras intentaba abrir los ojos pero la luz solar me cegaba y me costó bastante.
Me estiré y salí de la cama, abrí la ventana para que se aireara la habitación y fui en busca de mi amigo.
Lo encontré en la cocina preparando tortitas y café.
-Mmm...¡Qué buena pinta!-Dije abrazándolo por la espalda.
-Hombre, soy el mejor cocinero...¡Si me quedaran mal sería para matarme!
Ambos reímos.
-¿Qué tal has dormido?-Preguntó mirándome con una gran sonrisa.
-Bastante bien para lo poco que he conseguido dormir.
-Se nota, estás muy alegre.-Rió.-Será porque has dormido con el mejor.
-¡Creído!-Reí dándole en el hombro.-Aunque en parte tienes razón.
Los dos sonreímos y nos quedamos en silencio mirándonos.
Noté como su mirada pasaba de mis ojos a mi boca alternativamente.
Me empecé a poner nerviosa y sin darme cuenta yo también dirigí mi mirada a sus labios, señal que permitió que comenzara a acercarse a mí.
Cada vez sus labios estaban más cerca de los míos y por alguna razón deseaba que lo hiciera, pero había algo que también me lo impedía.
Miré por el rabillo del ojo las tortitas.
-¡Se están quemando!-Grité salvándome de un mal trago.
Desorientado se dio media vuelta para comprobar que no mentía.
-¡Mier**!-Quitó la sartén del fuego e intentó despegarlas y ponerlas en un plato.
-No pasa nada, con el sirope sabrán buenas también.-Intenté tranquilizarlo.
-¡Maldita sea! ¡Nos han estropeado el momento!-Dijo malhumorado.
-¡Ey, Blake, tranquilízate!
-¡Encima ahora no podemos comerlas!
-Claro que sí, solo tenemos que ponerle el sirope y listo.
-No sabrán igual...¡Soy lo peor!
Me estaba empezando a poner histérica así que cogí y le di un manotazo en toda la mano dejándolo perplejo.
-Lo siento, pero tenía que hacer algo para que parases.
Se quedó en silencio mientras masajeaba la zona afectada.
Me estaba fulminando con la mirada a pesar de que no paraba de pedirle disculpas.
Suspiré y me di media vuelta desapareciendo de la cocina.
Busqué mi bolso y tras decirle un adiós abrí la puerta para irme.
-¿A dónde vas?-Apareció detrás de mí.
-A mi casa, estás molesto conmigo así que lo mejor es que me vaya.
-No estoy molesto contigo, sino con las tortitas.
-¿Entonces por qué no me decías nada?
Él suspiró y se rascó el pelo nervioso mientras me miraba.
-Entra de nuevo y hablemos.
Le hice caso y me acerqué dejando una pequeña distancia.
-Lana, me gustas mucho.-Dijo mirándome a los ojos y cogiéndome de las manos.-Llevo unos cuantos meses detrás de ti y antes quería besarte, pero... me molestó que interrumpieras el momento. Veía que iba a tener la oportunidad por fin de hacer mi sueño realidad, porque he visto como te brillaban a ti los ojos mientras me mirabas y...-Suspiró.
-Yo...no sé que decirte.-Confesé.-Estoy... perdida. No, no sé que siento por ti...
-Sí que lo sabes, pero tienes miedo.
-Sí tengo miedo a enamorarme y que me fallen de nuevo, pero no es eso lo que me pasa contigo. Hace muchos años estaba detrás de ti hasta que apareció... bueno, ya sabes quien... Y desde entonces te he visto como a un amigo, un hermano mejor dicho. Tu hermana lleva tiempo queriendo juntarme contigo pero yo me niego...
-Hace unos minutos sentí que tú también querías besarme.
-Quizá solo sea por cansancio, o porque me has tratado muy bien en estas últimas horas, pero...lo siento Blake, yo no quiero nada contigo, ni con nadie.
-Yo sé que sientes lo mismo por mí, no te engañes Lana.
-¡Blake! Por favor, no insistas...-Suspiré.-Entiende que yo estoy bien sola...Lo mejor es que me vaya.
Intenté irme pero no me soltaba.
-No te vayas, por favor...-Y me abrazó bien fuerte.
Le correspondí el abrazo durante unos segundos, me sabía fatal hacerle daño, pero no podía obligarme a sentir lo que no sentía.
Al separarnos él me la jugó, me besó dejándome anonadada.
Rápidamente me alejé y lo golpeé de nuevo.
Me marché de allí corriendo.
***
Mi móvil no paraba de sonar así que terminé por apagarlo.
<<¿Es qué nunca se iba a cansar?>>
Suspiré y me di media vuelta, cerré los ojos e intenté dormir pero no lo conseguía.
Mi madre llamó y abrió la puerta desde donde me observaba.
-¿Estás bien, pequeña?
-Sí, no te preocupes.
-¿Qué te pasa?-Dijo acercándose y sentándose a mi lado.
-Nada.
-Ven anda.-Dijo abriendo sus brazos.
Me acerqué a ella y nos unimos en un gran abrazo.
Entre sus caricias empecé a llorar.
-Ey...¿Por qué lloras mi niña?
No podía articular palabra por más que intentara.
Todos mis pensamientos no querían salir a través de mi boca.
<<¿Por qué todos eran tan idiotas? ¿Por qué todos los chicos me decepcionaban de una u otra forma?>>
Solo había un chico que no me había fallado, a penas estaba comenzando a pronunciar bien las palabras.
Sonreí tras pensar en Axel.
-Mamá.-Dije una vez más tranquila.
-Dime, cariño.-Me dedicó una bonita sonrisa.
-¿Lo echas de menos?
-No sabes cuánto...Pero la vida continúa y yo estoy muy ajetreada para pensar en él.
-¿Sabes? Aunque lo echo de menos te agradezco que lo hicieras, Axel es lo más bonito de mi vida junto a ti, Hera, y... bueno Joel.
-Y vosotros sois lo más bonito de la mía.-Sonrió.-Sé que cometí un error, pero tuvo su recompensa a pesar de que papá se fuera...
Asentí con la cabeza.
-He pensado en lo del trabajo.
-¿Y bien?
-Ashley me ha conseguido una entrevista mañana por la mañana.
-¿De verdad? ¡Me alegro un montón! ¡Ojalá te cojan!
-Esperemos...-Sonrió.-Así podría veros más tiempo, ¡echo de menos pasar tantas horas junto a vosotros! Y además así podrás tener más libertad.
-Eso también es verdad, aunque no me importa tener que cuidar de los pequeños, me lo paso genial con ellos.
Viviana sonrió con ternura mientras pensaba en lo mayor que se estaba haciendo su niñita.
Pasaron un buen rato hablando y dándose abrazos y besos hasta que Axel y Hera aparecieron tras despertarse.
Poco después pasó Joel por allí y sin poder resistirse se unió a la estampa familiar.
-¡Me dais la vida!-Pronunció la madre con una gran sonrisa y el corazón hinchado de orgullo.