Me desperté sobresaltada en un banco de piedra que se encontraba en el interior del cobertizo de mi jardín.
Aquel era mi único lugar en el que me encontraba segura y feliz.
Sin embargo por mis mejillas bajaban lágrimas tras recordar cada uno de los detalles de aquella "realidad", la cual tan solo era fruto de mi imaginación.
Cada una de esas personas al igual que todo lo que había ocurrido, era ficticio.
Un grito me devolvió a mi vida real y apresurada abandoné aquel lugar para encontrarme con un hombre borracho, desaliñado y con una barba que llevaba mucho tiempo sin ser afeitada.
Adam se percató de mi presencia y con paso rápido se acercó hasta donde yo estaba.
-Nena, ¿dónde estabas? ¿Por qué no te encontraba?-Parecía preocupado.
Tragué saliva preparándome mentalmente para lo que venía, cerré los ojos con fuerza intentando transportarme a aquel mundo en el que él ya no existía en mi vida, solo formaba parte de mi pasado, y en mi presente había un hermoso chico de sonrisa bonita, cariñoso y humilde que me daba lo que merecía.
-¡HAZME LA CENA! Tengo hambre.-Gritó sacándome de mis pensamientos.
Resoplé intentando no molestarle lo más mínimo y fui a la cocina donde le preparé su plato favorito.
-¡Qué bien te ha quedado, nena!-Me sonrió antes de besarme con la boca llena de grasa.
Fingí una sonrisa y continúe devorando mi comida.
Al menos me dejaba comer todo lo que quisiera, aunque en muchas ocasiones no me apetecía o lo devolvía minutos más tarde en la taza del váter.
Una vez recogido todo fui directa a la cama pues Morfeo me estaba empezando a atrapar entre sus brazos.
Sin embargo mi novio desde hace ya casi tres años tenía otros planes.
-Ponte sexy para mí, tengo ganas de jugar.-Me sonrió en un intento de voz seductora.
Suspiré por lo bajo para que no me oyera pues sino sabía que me iba a castigar y busqué el conjunto de encaje rojo que tanto le gustaba, me desnudé entera para ponérmelo mientras él hacía sus necesidades en el baño y me preparé mentalmente para lo que venía a continuación.
Adam salió con una gran sonrisa, esa que años atrás me tenía loca, y abrió bien los ojos al contemplarme una vez más en ropa interior.
Se relamió mientras se acercaba hasta mí, posó sus manos en mis caderas y sin apartar los ojos de mí me acercó a su cuerpo.
Fingí una sonrisa y esperé a que uniera sus labios contra mí.
-Bésame tú primero.-Exigió sin perder la sonrisa.
Contra mi propia voluntad lo hice, rocé mis pequeños labios con los suyos.
Hacia años disfrutaba de cada beso, abrazo y caricia que me regalaba pero ahora ya no, ahora solo me daban algo de asco pero por temor a que me golpeara hacía todo lo que me pedía.
No tardó en convertir aquel pico en un apasionado beso, o mejor dicho en un beso salvaje.
Parecía que quería devorarme y por más que intentara frenarlo un poco él conseguía lo que quería.
Sus labios bajaron hacia mi cuello mientras su mano derecha viajó hacia mi teta derecha la cual estrujo con ansias.
-Estás pensando en mí, ¿verdad?-Susurró en mi oído.
Asentí intentando controlar las lágrimas que amenazaban por salir de mis ojos.
E intenté concentrarme en aquel chico con el que fantaseaba en mis ratos libres en el escondite de nuestro pequeño jardín.
Por más que intentara imaginarme a Connor no lo conseguía pues mi pareja estaba siendo muy bruto.
No sé como ni de donde salieron fuerzas de mi interior y conseguí apartarlo de mí en un acto de valentía.
-¡No Adam, no puedo seguir así!
-Claro que sí muñeca, ¡tú eres mía! Y no te vas a escapar de mis brazos.-Dijo acorralándome contra la pared.
-Por favor, si de verdad me quieres déjame ir. ¡No soy feliz!-Empecé a sollozar.
Él negaba con la cabeza y notaba como la vena de su cuello empezaba a hincharse.
<<¡Oh, oh! La furia está a punto de salir>>
Sabía que mi valentía iba a tener sus consecuencias.
-Perdón, no sé que me ha pasado.-Dije intentando enmendar mi error.
Pero ya era muy tarde.
Su mano se dobló en un puño que fue arremetido contra mi mejilla derecha.
Por suerte estaba contra la pared y no me pude caer hacia atrás pero el impacto de mi cabeza contra esta hizo que me saliera sangre, la cual se quedó coloreando la pared blanca de nuestra habitación.
Adam salió de allí dando un portazo, no sin antes advertirme de que como intentara huir o decirle algo a alguien me mataría.
Me senté en el suelo llorando sin parar mientras intentaba buscar una solución.
Sin embargo la única forma de escapar era dejar que cumpliera con su amenaza.
Nadie me podía salvar de aquel chico que tiempo atrás me amó y cuidó tanto.
Decidí levantarme para ir a curar mis heridas pues sabía que no podría ir al médico ni mucho menos.
Solo podía salir de aquella casa con su compañía y con la excepción de ir a hacer la compra o las revisiones necesarias.
Cuando me puse de pie noté mi visión borrosa y como mis piernas empezaron a fallar desplomándome en el suelo.
(***)
Mis ojos empezaron a abrirse al escuchar mi nombre una y otra vez.
Vi una sombra a mi lado que poco a poco se convirtió en un señor mayor con pelo largo, ondulado y canoso, sin casi arrugas y unos ojos verdes preciosos.
-¡Por fin despierta señorita Sullivan!
Hice un amago de sonreír e incorporarme pero un pinchazo en la cabeza impidió que me moviera.
-¿Qu...quién...es...usted? ¿Dónde estoy?-Pregunté aturdida.
-Soy el señor Wilson, aunque puede llamarme Gus, y soy su doctor.
-¿Doctor?-Lo miré aturdida.
Eché un vistazo a la sala donde estaba percatándome de que efectivamente me encontraba en el hospital con una venda en la cabeza y tubos conectados a mis manos.
-¿Qué ha pasado?
-Eso me gustaría saber a mí, Lana.
-¿No lo sabe? Usted es el doctor y...
-Me refiero a como ha acabado así, con una mejilla morada y una herida en la cabeza.
-¿Qué?-Abrí bien los ojos al escuchar sus palabras.
<<¿Qué hacía en el hospital con una mejilla morada y una herida en la cabeza? ¿Qué me había sucedido para estar así?>>
-Además le hemos encontrado un montón de moratones por su cuerpo y extremidades. ¿Alguien ha abusado de ti, Lana?-Su voz se tornó más seria y enfadada.
-No...no lo sé.-Intenté recordar algo, pero ni siquiera recordaba si tenía familia, amigos o pareja.-No recuerdo nada.-Confesé en un hilo de voz.